Datos publicados en medios de comunicación regionales (La Tribuna, Diario Concepción) hablan de 350.000 a 400.000 visitantes-peregrinos que llegan a la fiesta religiosa de San Sebastián cada 20 de enero, cifra que sabemos es inferior incluso a la segunda peregrinación anual del 20 de marzo. A estos números hay que agregar la gran cantidad de visitantes que llegan en Semana Santa, la que con el paso del tiempo se ha transformado en una tercera celebración del santo y mártir católico. Es de todos conocido, además, que los fines de semana de enero, febrero y marzo, son un desfile constante de visitantes que copan las calles con sus vehículos, lo que lleva a concluir sin temor a equivocarnos, que sólo en la estación veraniega arriba a la ciudad cerca de 1 millón de personas.
¿Y qué les ofrece Yumbel?
Hasta ahora varios restaurantes y cocinerías donde almorzar y tomar un café, algunos lugares donde pernoctar, esforzados vecinos y vecinas ofreciendo artículos religiosos conmemorativos en puestos móviles a la intemperie, y la proximidad del río Claro y del siempre atrayente Salto del Laja como segundas estadías. Durante el resto del año las Fiestas Campesinas son también un gran atractivo (la Muestra campesina de Yumbel, la fiesta de la Cazuela de campo en Cambrales, la del Chancho en Misque, el Estofado de Rere, etc.), que proporcionan necesarios ingresos a los habitantes de los lugares donde estas se efectúan y, últimamente, han aparecido algunos emprendimientos que prporcionan una vitrina estable para estos visitantes, los que después de pasar por el santuario están dispuestos a pagar por llevarse una buena botella de vino local, adquirir artesanías originales y productos del campo.
Es importante destacar que un aspecto no explotado hasta ahora es el pasado histórico-militar de la comuna, poco conocido incluso para sus habitantes, ya que Yumbel mismo nació de un fuerte erigido al pie del Cerro Centinela, se desarrolló aquí la Batalla de Las Cangrejeras en 1629, varios Parlamentos entre mapuches y españoles en Tapihue durante la conquista española, el Combate de Yumbel entre patriotas y realistas en 1819 y el Combate de Tarpellanca en 1820, todos hitos que se suman a la larga tradición del Santuario y al origen de la ciudad que se remonta a 1585, aventajando en años y tradición a muchísimas e importantes ciudades chilenas.
El Santuario de San Sebastián frente a la plaza es un testimonio tangible de parte de su historia, pero no hay un monolito, una plaza, un monumento o un sitio conmemorativo de los hitos mencionados, que favorezca un circuito histórico-turístico que ofrecer a tan alto número de visitantes, desaprovechando la riqueza que este tipo de turismo nos puede proporcionar tal como lo hacen, guardando las debidas proporciones, Valdivia con sus fuertes o San Pedro de Atacama con los atractivos del desierto.
Yumbel, como comuna turística y no industrial, podría explotar esta veta que le puede proporcionar nuevas fuentes de trabajo e importantes ingresos, que los visitantes sin duda estarán dispuestos a pagar a cambio de una buena atención y las novedades experimentadas visitando lugares históricos de la comuna. No olvidemos que si cada visitante que viene a Yumbel gasta sólo mil pesos, resulta una suma nada despreciable de mil millones de pesos al año.
Tenemos a Rere, un lugar especial y atractivo y el único actualmente valorado por su rico pasado, un polo de turismo histórico-religioso que ya cuenta con monumentos nacionales, pero con malos caminos que hay que pavimentar definitivamente para garantizar su sobrevivencia y desarrollo. En Estación Yumbel hay que habilitar adecuadamente la estación de ferrocarriles como una atracción, Tomeco tuvo una importante población mapuche hoy perdida y hay que visualizar a Río Claro, zona productora de buenos vinos con cepas únicas practicamente inexistentes en otras partes del país.
Hace años que Yumbel fue declarada comuna turística, pero el paso del tiempo ha demostrado que las iniciativas implementadas son insuficientes. Tenemos una riqueza histórico-cultural importante, pero poco conocida, la que es necesario desarrollar para aprovechar la enorme cantidad de gente que nos visita año a año, una fuente potencial de buenos ingresos que otras comunas no tienen.